Lecturas de Enero de 2021.

Las Reliquias del Hombre Ave por: Dr. Adán Echeverría García.

Tres han sido los libros con los que empecé el año 2021: “Dichosos como una piedra” (Creativa Centro, 2018), del escritor colimote Avelino Gómez Guzmán (1973); “El traidor. El diario secreto del hijo del Mayo” (Grijalbo-Penguin Random House Grupo Editorial, 2020, séptima reimpresión), de Anabel Hernández (1971); y “El cuerpo en que nací” (Anagrama y Editorial Océano de México, 2019, 2da. edición), de la narradora chilanga Guadalupe Nettel (1973).

Debo decir que los tres me parecen atractivos, pero el que más disfruté ha sido el de Avelino Gómez. Es la historia de un burócrata de la cultura que, con por invitación de “El mejor poeta vivo de Colima”, decide hacerse pasar por escribidor de versos y acudir al festival de poesía de Tonaya. La novela es hilarante. Avelino logra hacer una crítica socarrona de los personajes mexicanos dedicados al arte poético, así como de las “tradiciones”, y demás comportamiento y actuares de los poetas mexicanos: sus mediciones de ego, aplausos al amigo, crítica feroz y ramplona al enemigo (sobre todo si el enemigo es algún poetastro de provincia que se ha animado a criticar a poetas ganadores de premios, que han llegado a formar parte del Olimpo de Poetas Mexicanos, donde se les aplaudirá, se les sobará el lomo, abrazará como parte de la Cofradía, y se les prometerá que nadie osará jamás hablar mal de sus textos, so pena de que todos los Poetas Mayores —sitio al que ahora pertenecen—, le retiren la palabra, lo abandonen a su suerte, le apliquen la ley del hielo de los poetas mexicanos: no acceder a los presupuestos nacionales: no premios ni becas nacionales, no invitaciones a encuentros ni a dar talleres; expulsarlo de las revistas y portales en donde los integrantes del gremio logren ser directores, editores; porque esos sitios están destinados exclusivamente a los integrantes del Club de los Poetas Buenos).

Así, en su novel, Avelino Gómez nos cuenta que a Carlos Dapuente (El mejor poeta vivo de Colima) nunca le otorgarán el Premio Estatal de las Artes, por haberse acostado con la esposa del dueño del periódico de la región, mecenas de varios artistas locales; un hombre con poder político y social, protector de las bellas artes colimotas, y que además —por encargo del gobernador— preside el Consejo Estatal de Reconocimientos Artísticos; también nos señala que un burócrata cultural puede perder el empleo por andar de hocicón: “Pobre burócrata, lo despidieron por pagarme una puta”.

Van unos momentos más de la novela, a manera de ejemplos de sus intenciones:

—¿De verdad eres escritor?

—Sí, pero no mucho. Se supone que soy poeta, por eso estoy aquí.

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Ahí terminaron mis delirios de poeta; las musas no sólo me rechazaron, también me dejaron de hablar. “Sáquese a la chingada con sus poemitas”, me dijeron.

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… me hice poeta gracias a la rabiosa necesidad que dicta el instinto de conservación.

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La Casa de la Cultura era poco más grande que un aula escolar. (…) El comité lo conformaban las Tres Primeras Damas del Ateneo de Tonaya. (…) la esposa del presidente municipal y, las otras dos, viuda adineradas…

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… los dos pasaban hambres, sin embargo querían ser escritores, mezclarse con las vacas sagradas de la literatura nacional…

Hasta acá algunos de los muchos ejemplos en los que Avelino decide retratar, con muy buen acento, a muchísimos de los personajes que pululan en los muchísimos Encuentros de Escritores, de Poetas, de Narradores, de escribidores, que ocurren cotidianamente en nuestro México. Con este trabajo, Gómez Guzmán ganó el Premio Internacional de Narrativa Ignacio Manuel Altamirano 2012.

El libro de Anabel Hernández solamente nos confirma lo que he comentado desde el 2010 en mis columnas de opinión, que México es un Narco Estado. Para que las organizaciones dedicadas al tráfico de drogas tengan tanto armamento, cuenten con tácticas, empresas para lavar dinero, han tenido desde hace más de 50 años (desde el sexenio de Luis Echeverría), relaciones con los gobiernos federal, estatales y municipales. Cada día la Sin Clase Política, han decidido ser más y más cínicos. Al grado de que justamente esta semana en que inicia febrero tenemos que soportar en las noticias que el violador Félix Salgado Macedonio haya logrado ser considerado el Candidato del partido Morena (partido del actual presidente de México) al gobierno de Guerrero. ¿Qué podría salir mal?

Lo que me ha agradado del libro de Anabel Hernández, es que se comporta como una verdadera periodista, y no se dedica a cuidarse la pluma para quedar bien con ningún partido político, con ningún personaje de la política, de ningún país. Tal como debieran hacer todos los periodistas del mundo.

Todo lo contrario, al mamotreto publicado recientemente por Olga Wornat “Felipe, el oscuro”, que fue liberado en PDF y lanzado por todas las grajas de bots cibernéticos que coordina Jesús Ramírez Cuevas, vocero de la presidencia. En dicho libro la autora no solo evidencia su clasismo y su racismo, sino que, además, durante medio libro se dedica a hacerse la víctima y no presenta fuentes de nada de lo que señala.

En cambio, el trabajo de Anabel Hernández es muy pulcro en ese aspecto. En cada capítulo va presentando las referencias para que el lector pueda ampliar información.

El tercer libro fue el de Guadalupe Nettel. Está muy bien narrado, y es muy ameno. En la obra no pasa absolutamente nada más que una serie de anéctodas. La autora habla de cierta parte de sus memorias (de los 3 a los 15 o 16 años), agregándole algo de ficción, y retrata así mismo, la CDMX, y parte de su vida llevada a cabo en cierta región de Francia durante aquellos años 70 y 80s.

Sin embargo, a veces cuesta mucho dedicarse a leer y encontrarse estos «errores» en novelas de autores que han obtenido prestigio, como Nettel; en libros de editoriales que se anuncian como lo mejor del mercado, como Anagrama. Al iniciar el libro, en la página 14, justo cuando la autora nos va presentando al personaje señala: «Mis padres y yo visitamos oftalmólogos en las ciudades de Nueva York, Los Ángeles y Boston pero también Barcelona y Bogota, donde oficiaban los célebres hermanos Barraquer.»

Sin embargo, más adelante, página 102, la autora escribe, desde la voz de su personaje: «Tenía once años recién cumplidos y era la primera vez que iba a Europa.»

¿Entonces fue a Europa por sus problemas en el ojo cuando era más pequeña o no? Tal vez, debió escribir París en vez de Europa, pero no lo hizo. ¿Quién es responsable del error, la autora, la editorial, el corrector de estilo? Todos, pero claro.

Uno podía incluso pensar en Barcelona, ciudad de Ecuador. Pero cuando lee sobre los hermanos Barraquer, entiende que se trata de Barcelona, Cataluña, España, la ciudad a la que Nettel se refiere.

Igual uno se encuentra con el nombre del personaje, del título de la novela de García Márquez, mal escrito: ponen Eréndida por Eréndira. Esto sí, definitivamente debe ser responsable de los editores, de los correctores de estilo.

Se trata de libros que no cuestan dos pesos. De autores de los que se habla las mil maravillas, Editoriales que se señalan de prestigio, pero que ni una ni la otra cuidan los detalles.

Dato curioso: En la novela de Avelino Gómez Guzmán, aparecen como personajes Arlette Luévano y Juan Carlos Quiroz, poetas de Aguascalientes; en la novela de Nettel aparece como personaje Alejandro Zambra. Cada quien sus amistades literarias. ¿No creen?

 

Referencias.

  1. Avelino Gómez Guzmán. Dichosos como una piedra. Novela. Editorial Creativa Centro. México. 119 pp.
  2. Guadalupe Nettel. El cuerpo en que nací. Novela. Anagrama. Narrativas Hispánicas. Editorial Océano de México, S.A. de C.V. Libro escrito con el apoyo del Sistema Nacional de Creadores de Arte. México. 196 pp.
  3. Anabel Hernández. El traidor. El diario secreto del hijo del Mayo. Ensayo periodístico. Séptima reimpresión. Penguin Random House. Grijalbo. México. 374 pp.