Lancheros de Diconsa cruzan río Usumacinta para llevar alimento a tabasqueños

En las localidades Boca de Pantoja, Ribera Alta Salsipuedes y Esquipulas vive casi un millar de personas que necesita el apoyo de la distribuidora para llevar alimento a su mesa

Ciudad de México a 28 de marzo de 2017.-Entre el caudal del río Usumacinta y las ondas de calor de 40 o 48 grados centígrados que suelen distorsionar la imagen en el horizonte, apenas logran vislumbrarse dos lanchas. A bordo, cuatro personas y una enorme carga que cuidan celosamente: toneladas de maíz y otros productos van con destino a la zona de pantanos. Ahí, cerca de mil personas dependen de su arribo para poder llevar un alimento a su boca.
 
Los habitantes suelen llamar héroes a los tripulantes y verdaderamente lo son. No es fácil para los lancheros de Diconsa navegar hasta 8 horas por un río donde, en temporada de lluvia, es común encontrarse con manatíes y hasta lagartos.
 
“Vamos empapados por el sudor y fatigados por el calor, pero tenemos que llegar. En esos momentos sólo tenemos que pensar que un puñado de personas espera a que lleguen las lanchas de Diconsa con la comida, porque hay niños y mujeres embarazadas que necesitan alimentarse”, narra el lanchero Carlos Gil, con su piel ya curtida por el sol.
 
En Tabasco, en la zona de pantanos, se ubican las localidades Boca de Pantoja, con apenas 400 habitantes; Ribera Alta Salsipuedes, con 203 pobladores; y Esquipulas, donde viven poco más de 300 personas. Todas ellas tienen carencia alimentaria y encuentran en la distribuidora el único apoyo para su subsistencia.
 
Los productos de la canasta básica y artículos complementarios de limpieza e higiene personal que también van a bordo de las 2 lanchas son abastecidos por el almacén rural Santa Cruz. Éste fue establecido por Diconsa en el municipio de Centla, precisamente para abastecer a las poblaciones aisladas o de difícil acceso, que al igual que cualquier otra localidad en la República Mexicana, deben tener asegurado su derecho a la alimentación. 
 
“La gente está tan alejada que no hay manera de surtirse con facilidad. Diconsa es la única opción que ellos tienen para comprar su canasta básica sin desplazarse de sus poblados. Nuestro compromiso de tener las tiendas comunitarias bien surtidas es cada vez mayor”, afirma Carlos Gil.
 
En el caso de Boca de Pantoja, donde el principal modo de vida es la pesca de mojarra, robalo, camarón y pejelagarto, Fernando Pérez es el encargado de la tienda comunitaria de su localidad. El establecimiento fue atendido anteriormente por su padre Andrés, ya fallecido. “Me gusta ver que la gente llega a la tienda y encuentra todo lo que busca”, recuerda.
 
“Maíz, harinas, sopas, leche, atún, arroz, frijol y muchos alimentos más son consumidos por la población, lo mismo que detergentes”, añade Fernando, quien desde hace 20 años ha visto el crecimiento de su tienda, sin embargo, “lo que más me gusta es servir a la gente”.
 
En tanto, para el gerente de la Sucursal Sureste, Ariel Coutiño, realizar esta labor social en Diconsa es una satisfacción. “Para llegar a cinco millones de personas, entre tabasqueños y chiapanecos, contamos con lanchas, mulas, tiendas móviles y camiones de carga. Lo importante es ofrecer una atención de abasto de calidad porque somos la única opción para muchas de estas localidades”.
 
En la zona sureste del país existen más de 3 mil tiendas Diconsa que abastecen a las familias más necesitadas de la región.
 
A nivel nacional, esta empresa paraestatal cuenta con 27 mil tiendas comunitarias, 300 tiendas móviles, 3 almacenes graneleros, más de 300 almacenes centrales y rurales, así como más de 150 Centros de Atención a Beneficiarios (CABE), donde se realiza el canje de los 17 productos de la Tarjeta SINHambre. Sus más de 4 mil vehículos de carga recorren anualmente 180 millones de kilómetros al año, equivalente a dar 4 mil 400 vueltas a la Tierra.
 
Diconsa está presente en más de 29 mil localidades del país, donde más de 13 millones de personas, es decir, 3.3 millones de mexicanos, tienen acceso a una alimentación nutritiva y a buen precio en las tiendas comunitarias del país que, en su mayoría, se encuentran asentadas en lugares lejanos y de difícil acceso.