LA DECADENCIA DEL PREMIO JOSÉ DÍAZ BOLIO

Dr. Adán Echeverría-García

Me llega al correo la invitación a participar de la Entrega del Premio José Díaz Bolio 2016, en el Centro Cultural Prohispen a celebrarse el 20 de octubre a las ocho de la noche en la ciudad de Mérida.

Esta es mi respuesta:

«Por favor desistan de enviarme información acerca de su Centro Cultural y de su premio José Díaz Bolio que cada día está peor de vendido, y es verdaderamente un acto de corrupción que solo se burla de los creadores de poesía de Yucatán, y más allá.

Poner de Jurado a un Ciudadano Norteamericano como Jonathan Harrington, cuyo trabajo en la poesía en español es mediocre, es de una vergüenza enorme respecto a lo que el premio, y el mismo historiador -cuyo nombre lleva este premio- significa.

Lo puedo entender de Fernando de la Cruz que es un poeta con conocimiento, valuable y acreditable, y de Nadia Escalante, que tiene estudios en letras y premios estatales y nacionales, ambos son acreditables como jurados.

Pero es de ilusos no darse cuenta que tanto Fernando de la Cruz, y sobre todo Nadia Escalante son amigos de años de la que hoy anuncian como ganadora.

¿Qué validez puede tener una obra cuando te la entregan tus compañeros, tus amigos de años? ¿Quién podría decir que Nadia Escalante y Fernando de la Cruz no conocían con anticipación el trabajo de Karla Marrufo?

Si la finalidad del Centro Cultural y del Premio es validar cada año a un amigo, qué necesidad tienen entonces de convocar. Que se entreguen el dinero entre ustedes, y validen una obra entre amigos, si a eso es a lo que aspiran.

Además Karla actualmente forma parte del consejo editorial de la Secretaría de la Cultura y las Artes del Estado de Yucatán (Sedeculta), según dice la prensa yucateca.

En fin, es de ciegos no aceptar la crítica, es de ilusos pensar que se puede hacer tranzas pensando que nadie se daría cuenta, pero la realidad no deja de ser que el trabajo que Karla Marrufo desarrolla no necesita de la trapacería de ser premiado por sus compañeros-amigos».

Alguna duda de la amistad de Karla y Nadia buscar:

«Volver a nuestra Ítaca: visiones de Yucatán en la crónica de Juan Villoro», Nadia Escalante Andrade y Karla Marrufo Huchim. Mar, 15. Mar 2016, dentro de la Feria de la Lectura de Yucatán (FILEY), donde uno puede ver presentaciones de libros de Harrington, traducidos por Fernando de la Cruz –amistades por doquiera.

O visiten la página de la Red Literaria del Sureste, en la que el martes 1 de diciembre de 2009 se presenta el «volante-flyer» que anuncia la Lectura en Atril de poemas de Nadia Escalante y Karla Marrufo.

No puedo hablar de la calidad del trabajo que ha resultado ganador porque no lo he leído. Pero hay que señalar que Karla Marrufo ha sido validada con varios premios a lo largo de su carrera.

Particularmente leí una obra de teatro suya que le publicaran en Yucatán, y no pude siquiera terminarla, de lo absurda y aburrida que era. Vemos arriba que Karla es parte del Consejo Editorial de Sedeculta, sus amistades en el ámbito de las letras en Yucatán, respecto a la política cultural, no son pocas. Y habría que saber si el monto del Premio de Poesía José Díaz Bolio no tiene algún impulso (unos pesos) que vienen de la Sedeculta-Yucatán.

Más allá de la calidad, sabemos que lo que tres jurados indiquen jamás será garantía de una obra de calidad, ni su decisión irá en detrimento de las obras que no resultaron ganadoras.

El hecho acá es simple, y lo pongo a discusión: ¿Debe un amigo cercano otorgarle el premio a un conocido de años, con quien realiza lecturas públicas? Siempre quedará en entredicho su decisión, por más apegada a la ética que haya sido. Para evitar esas suspicacias, es de gente inteligente No aceptar ser jurado de un premio donde tengo conocimiento de que mi compañera, amiga, pareja, someterá su trabajo.

En una ocasión, en el 2004 me invitaron a ser jurado del Premio Jorge Lara, que había ganado dos años atrás. Dije que no. Y la razón era muy simple, los alumnos de mi taller literario pensaban participar en dicho premio, tenían la edad, y estaban en esa búsqueda. Durante varios años seguidos, compañeros de mi taller ganaron ese premio. Yo jamás fui jurado.

Hay que saber marcar distancias, es lo más sano.