Guerrera y perseverante, virtudes de una subcampeona nacional

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Mérida, Yucatán, 4 de enero de 2017.- La pugilista Andrea Cruz Sánchez sabe que duelen más los golpes de la vida que los que recibe sobre el cuadrilátero, por ello desea prepararse bien para cumplir sus sueños, como debutar en el profesionalismo y cursar la carrera de Psicología.

Andrea, que sabe que todo sacrificio tiene su recompensa y que con cada impacto a la bolsa o a la pera, abre la ruta para alcanzar sus metas, ingresó al mundo del boxeo con el afán de bajar de peso, pero la disciplina le gustó porque es una de las más completas, además de que su manejador, Daniel Herrera Marrufo, la convenció para dedicarse de lleno a esta actividad.

Con sólo seis meses de gimnasio y el aprendizaje que obtuvo de su entrenador, la joven de 19 años asistió al Campeonato Nacional de Primera Fuerza y alcanzó el subcampeonato, algo que muy pocos yucatecos han logrado.

De mirada fiera y como una guerrera sobre el cuadrilátero, la originaria de la Ciudad de México señaló que antes del referido circuito, logró un total de 10 peleas con siete victorias y tres reveses.

«Ya sé lo que es ganar, subir al podio, y eso me motiva para ir adelante, seguir esforzándome y traer medallas para este estado, que es mi segunda casa», dijo Andrea, de madre yucateca y padre capitalino, que sueña con la Olimpiada Nacional, aunque sabe que primero tendrá que pasar dos etapas, la estatal y la regional.

Entrevistada en el Centro de Alto Rendimiento de Boxeo, la pugilista tiene entre sus virtudes la perseverancia y, a pesar de que ahora está alejada de la escuela, que retomará en breve, no se cansa de prepararse y de seguir al pie de la letra las enseñanzas de Herrera Marrufo.

Por las mañanas, dedica su tiempo al entrenamiento, mientras que el resto del día acude a un puesto de comida en el mercado «San Benito» para apoyar a su madre, Gabriela Sánchez, ya que ambas luchan para sacar adelante a sus hermanitos, Claudia y Gerardo.

De su padre no quiso hablar mucho. Sólo señaló que es originario de Tabasco y que se quedó en el altiplano, pero ella, su mamá y los dos niños vinieron a esta tierra para buscar mejores oportunidades.

Andrea vive en la colonia Vicente Solís de Mérida, desde donde se traslada al entrenamiento, en ocasiones a pie y otras en camión por falta de recursos económicos, pero eso no le impide llegar, calzarse los guantes y ponerse a trabajar.

«Mientras haya vida, hay que aprovecharla al máximo, porque cada día es de aprendizaje», señaló la subcampeona, perseverante pese a las adversidades, quien agregó que otra de sus metas es ser campeona mundial, pero primero deberá alcanzar un boleto a la Olimpiada Nacional 2017.