Guerra, guerra sin tregua al que intente

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Cien mil muertos y más de 30 mil desaparecidos son las cifras oficiales aceptadas tanto por los medios de comunicación, academia, y gobierno federal. Al mismo tiempo México no es conocido como un país fabricante de armas, lo que no quiere decir que no se fabriquen acá, la misma Sedena cuenta con su propia fábrica de armas. En la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos, el Artículo 4º señala: Corresponde al Ejecutivo de la Unión por conducto de las Secretarías de Gobernación y de la Defensa Nacional, dentro de las respectivas atribuciones que ésta Ley y su Reglamento les señalen, el control de todas las armas en el país, para cuyo efecto se llevará un Registro Federal de Armas (las negrillas, yo las puse).

Por lo que todas las armas que se encuentran entre la población, de manera ilegal (no inscritas en el Registro Federal de Armas), son muestra de la corrupción que impera en el país. Y ¿quién puede ser responsable de esa corrupción? Todo aquel personaje, que en primera instancia «busque y obtenga beneficios personales y particulares mediante el uso y abuso de su capacidad para infringir la ley, burlarse, saltársela, sin pagar las consecuencias de sus acciones»; y en esta definición entra el mayor número de personajes conocidos como regidores, diputados locales, diputados federales, senadores, secretarios de estado, alcaldes y gobernadores; cabezas y puntas de lanza de los partidos políticos mexicanos.

Cualquier tranza que ocurra en el país, cualquier nuevo impuesto, cualquier alza en los productos y servicios que todos consumismos, cuyo principal objetivo es la recaudación de impuestos, nutre los presupuestos de la federación, que terminan por convertirse en sueldos y percepciones económicas de los diputados y senadores de México. Si somos conscientes que las leyes son hechas por ellos, para su aplicación en todos los habitantes de este país, pero al mismo tiempo son ellos quienes buscan saltárselas, tenemos que darnos cuenta que el principal enemigo del pueblo de México son los diputados, senadores, alcaldes y gobernadores de este país. Por lo tanto la corrupción de armas ilegales en México, cuyo cuidado cae en la SEDENA, la Secretaría de Gobernación, como en los diputados y senadores que no imponen su aplicación; porque en algún punto, aquellos que deben proteger al pueblo, están cayendo en actos de corrupción que permiten el uso ilegal de las armas de fuego.

Así, la Guerra contra el Narco que declarara Felipe Calderón Hinojosa, aquel pequeño monstruo que ostentó el poder en México, no solo ha sido responsabilidad de él, sino de todos aquellos diputados, senadores, alcaldes, gobernadores, que aprobaron su Guerra, los presupuestos para la misma, y por eso todos ellos tienen culpa respecto de los cien mil muertos y más de 30 mil desaparecidos (cifras oficiales, ya quisiera hacer la extrapolación de las no oficiales).

Queda claro entonces que el enemigo del pueblo de México, son los diputados, senadores, alcaldes y gobernadores de este país, y sus fanatismos partiditas, en pro de la repartición de los presupuestos que todos hacemos crecer con nuestro trabajo mediante el pago de los impuestos. Pagamos para que nos maten: de hambre, a balazos, con la ignorancia, con el desfalco de las arcas de los estados y de la federación, que nos maten con medicinas caducas, que nos maten obligándonos a migrar por los absurdos salarios. Por ello, el primer paso que tenemos que aprender es que nos quede bien claro que: ¡A los políticos no se les aplaude, se les exige! Y es tiempo ya de hacer esas exigencias, en cada uno de los niveles que se requiera.