EL GRAN DICTADOR.

Las Reliquias del Hombre Ave por: Dr Adán Echeverría García

18 años persiguiendo la oportunidad. 18 años recibiendo insultos y descalificaciones. 18 años tratando de convencer a los empresarios dolidos con el sistema porque no repartían con ellos el presupuesto. 18 años de acuerdos. 18 años de educar a Martí Batres, a Claudia Sheinbaum, Ricardo Monreal, Mario Delgado, Ebrad, ofreciéndoles compartir los logros (económicos). 18 años incubando odios y venganzas. Así es como los Partidos Políticos incubaron al Gran Dictados a quien la cuarta parte del país puso en la Silla Presidencial (30 millones de los 120 millones de mexicanos). ¿Qué tenemos hoy? Niños que nacieron en el año 2000, entrenados en la informática, decidieron votar por él, apenas cumplieron 18 años. Decidieron, junto con la masa, polarizarse en pos de una figura a la que hicieron parte de su catecismo diario.

Sin encontrar otra forma de pensar, por no leer historia de México, por no saber cotejar la vida con los escritos, por ser apenas fanáticos de documentales de la internet, apenas lectores de columnas de opinión, braceros de los partidos políticos, a donde sus papitos los enviaban de pequeños para formar el “Club Infantil de Mi Partido Político”; aquellos como Luisa María Alcalde, Román Meyer Falcón, que apenas cruzaron los 30 años y ahora han sido premiados, o los aplaudidores Hernán Gómez Bruera, Genaro Lozano, Antonio Attolini Murra; a los que les falta mucho por madurar y que reciben premios por tantos besos en el trasero del Patriarca. En ellos está la apuesta de Su Bajeza Serenísima Andrés Primero, para seguir manipulando masas de jóvenes nacidos de 1990 para acá. Personitas que tenían cuatro años en el conflicto chiapaneco; que de bebés o niños vieron cómo nuestra moneda perdía ceros. Que tal vez vivieron en carne propia a Andrés agitar las manos enojado porque no repartían con él y los suyos el pastel presupuestal.

18 años de incubar venganzas. 18 años de lavar cerebros. 18 años de asistir al catecismo de Andrés, para volverse incondicionales del Gran Dictador que hoy acusa a todos, sigue acusando a todos, porque solamente eso sabe hacer: acusar y no trabajar.

Así será por 6 años. Un sexenio para vengarse de los que llegaron antes que él, de los que no lo dejaron llegar. Un Sexenio para devolver favores a todos los que lo mantuvieron durante 18 años. Para amarrar el siguiente sexenio para sus hijos putativos: Sheinbaum, Batres, Delgado, Monreal, para que se desangren en busca de ser los elegidos de volverse presidenciables en el 2024.

¿Y cuál será la mejor forma de lograrlo? Quitando del camino la crítica, pagando a los jóvenes que votaron para que vuelvan a votar. Cimentando la maquinaria morenista en cada rincón del país, con base en regalos de dinero. ¿Cómo tener tanto dinero para repartir? Dejando de gastar en el funcionamiento del gobierno. Destruyendo instituciones, quitando presupuesto a la salud, ahorrando dinero en todo menos en la repartición, “que mueran los que tengan que morir, los que sobrevivan votarán por mí”, es el discurso.

“No, no es cierto. No se ha despedido a ningún doctor ni enfermera”, dice el Ganso de Oro. Sus muchachos lo replican con su maquinaria de robots por las redes sociales. Y como solo las redes sociales importan: “Ahí les van los nombres de los periodistas que recibían dinero de EPN”. “Mis hijos, entreténganse con eso. Y por favor, vean que nadie hable del desabasto de medicinas”.

El Gran Dictador ha hablado. Ha llegado al poder como resultado del odio almacenado en su interior. Ese odio lo ha envejecido y ha envejecido con él, fluye por sus cansadas venas. Ese odio le da fuerza para atacar a todos, y gozar y reír con el dolor de los que mueren: “Trece bebés han muerto en hospital de Tijuana por falta de fármacos”, titula la prensa el día de hoy –24 de mayo-, cuando escribo esta columna. También estos muertos son tuyos, Andrés.