Discurso al entregar medallas, estímulos y reconocimientos a maestros por 30, 40 y 50 años de servicio

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Mérida, Yucatán, 13 de mayo de 2017

Muchas gracias, muy buenas tardes maestras, maestros. Qué enorme gusto me da estar reunido con ustedes esta tarde. Nos vemos compartiendo esta ocasión que yo sé es una ocasión muy especial para cada uno de ustedes, en la vida de sus familias, en la vida de sus compañeros y en la vida de todos los que les queremos y respetamos porque sabemos la gran aportación que han hecho por nuestro estado y por nuestro país y que continúan haciendo todos los días en la formación de nuestro capital más valioso, que es nuestro capital humano.

Permítame saludar a los representantes de los Poderes públicos de nuestro estado, muchas gracias por presidir este importante evento. Muchas gracias a los representantes de nuestras organizaciones sindicales aquí presentes muchísimas gracias, agradeciéndoles su compromiso.

Muchas gracias señores legisladores aquí presentes, federales, estatales. Muchas gracias a los funcionarios estatales y federales que se encuentran encabezando este importante evento, pero de manera muy particular quiero saludar a la Vilma Pech Ceballos. Maestra, muchas gracias por sus palabras, sus palabras nos han emocionado pero nos han hecho sentir ese gran orgullo  que todos tenemos en Yucatán y nuestro magisterio.

Bien lo expresaba el licenciado Víctor Caballero, secretario de Educación, hace un momento, el enorme orgullo que sentimos por la función, por el compromiso que nuestros maestros tienen con nuestra sociedad. Hace un momento, quiero compartirles, cuando venía a este espléndido lugar que nos está dando una tarde maravillosa, que nos permite disfrutar la calidez meterológica pero también la calidez  humana y un marco espléndido para esta gran ocasión.

Cuando venía para acá, venía reflexionando en que esta es la quinta ocasión en la que tengo el altísimo honor de acudir a este importante encuentro de entrega de medallas y reconocimientos por 30, 40 y 50 años en mi calidad de Gobernador del estado, la primera en el 2013 y ahora en el 2017.

Y cómo cada ocasión me ha permitido ir conociendo más, ir sabiendo más pero de igual manera ir emocionándome más y más de convivir con las maestras y los maestros, de aprender de las maestras y maestros.

Porque ahora escuchando a la maestra Vilma, no pude menos que el reflexionar en el que estamos cerca de las maestras y maestros, uno nunca deja de aprender. Y así lo sentí al escucharla, con la profundidad de su mensaje, hablándonos de algo muy importante para la sociedad, que es precisamente la esperanza.

La esperanza de que mañana sea mejor que hoy y esa esperanza sólo puede ser sólida y sólo puede ser sostenible cuando se da sobre la base del trabajo, sobre la base del esfuerzo, sobre la base de la preparación y de la lucha.

Y precisamente por ello, el escuchar el mensaje claro de la maestra Vilma, que habla en representación de todos ustedes, hoy coincido con ella: Yucatán es un estado que mira hacia el futuro de esperanza y lo vemos con muchos frutos tangibles.

Todavía en estos días, tuvimos la enorme satisfacción de que regresara a casa, de que regresara a Yucatán una industria de enorme tradición, como lo es la cervecera, que data de 1894, la Cervecería Yucateca y que hoy nuevamente regresa a Yucatán con una inversión de más de ocho mil 500 millones de pesos; y saber que hay otras y múltiples inversiones que vienen al estado y que estarán dinamizando la economía de la entidad.

Tenemos que reflexionar en el sentido que no es producto de la casualidad: es producto de las fortalezas que hoy presenta el rostro de nuestro estado. Y yo estoy muy consciente que la fortaleza que tiene nuestro estado es nuestro capital humano, es nuestra niñez, son nuestros jóvenes, son nuestras mujeres, nuestros hombres, todos quienes están dispuestos a servir y a contribuir con el engrandecimiento de nuestra tierra.

Pero como bien se ha expresado, todo ese capital humano son plantas y árboles fuertes y sólidos que en su momento fueron semillas, que fueron sembradas y regadas puntualmente por la mano de una maestra y de un maestro.

Ese tejido social, que hoy nos permite tener un estado que hoy vive con armonía, un estado que destaca por sus niveles de seguridad, tampoco es producto de la casualidad. Las autoridades hacemos nuestra parte, sí, pero ese tejido social, esa armonía en la que vive nuestra sociedad, es la que nos permite tener un estado cuya convivencia es armónica y eso no es producto de la casualidad, es producto, precisamente, de esa formación que las generaciones actuales tuvimos en nuestras escuelas con nuestras maestras y con  nuestros maestros.

Somos una sociedad que sí mira hacia el futuro con un gran optimismo: nuestro estado está creciendo en su Producto Interno Bruto al doble de lo que está creciendo  nacional y hay muchos motivos que nos indican que podemos ver el futuro con optimismo.

Pero, sólo aquella sociedad que mira lejos hacia el pasado, es una sociedad que puede mirar también lejos hacia el futuro.

Por eso, siempre debemos invocar el ejercicio de la memora colectiva, y hoy es la ocasión propicia para que en mi nombre, como un yucateco agradecido, pero también como Gobernador del Estado, en nombre de todo el pueblo de Yucatán les diga, maestras, maestros, muchas gracias.

Muchas gracias por toda esa labor que han realizado por nuestro pueblo, por nuestra casa y que hoy, nos permite ser una sociedad y un pueblo, que lo digo con orgullo y con humildad, hoy Yucatán es un pueblo que es motivo de admiración de otras sociedades y de otros pueblos. Por eso, es importante agradecer y reconocer a nuestras maestras y a nuestros maestros.

Y quiero compartir con ustedes también que esta gratitud y este reconocimiento no es únicamente hoy a través de las palabras; yo quiero testimonialmente compartir, como ustedes recordarán, ahora nos encontramos en mayo, pero al inicio de año, tuvimos un inicio, como en todo el mundo, lleno de tribulaciones, de inquietudes; habremos de recordar nada más el inicio de una nueva etapa en la relación entre nuestro país y los Estados Unidos, temas que nos inquietaban como sociedad.

En esos días, se dio precisamente mi Informe de Gobierno y tomamos la decisión de aplicar un formato que permitiera una mayor comunicación con toda la sociedad, más que un evento masivo, con personas, presencial, un mensaje a través de los medios de comunicación y de las redes sociales.

Y estuve pensando cuál sería el lugar propicio para mandar un mensaje, el lugar propicio para que no únicamente las palabras, sino también las figuras mentales y los conceptos permitieran convocar a la memoria colectiva y a los mejores valores de toda nuestra sociedad.

Y precisamente, como todos recordarán, el mensaje que le di a todo el pueblo de Yucatán lo di precisamente desde la plaza cívica de mi entrañable escuela primaria “Ignacio Zaragoza”, acompañado de mis maestras, de mi mamá, que de igual manera es maestra –mami, muchas gracias por acompañarme estos cinco años a este evento-, de mi esposa y de mis hijos.

Y quiero compartir hoy con ustedes por qué. Porque precisamente es en la escuela donde adquirimos los valores básicos y esenciales, los valores que nos hacen buenos ciudadanos.

Cómo olvidar, y ahí lo sentí precisamente cuando estaba dirigiendo el mensaje a todo el pueblo, ahí en esa plaza cívica, donde cada semana nos reuníamos todos desde temprana edad y nuestras maestras y maestros nos enseñaron a honrar a nuestra patria, a crearle fidelidad a nuestra Bandera, a invocar el elevado sentido de la unidad nacional, el elevado sentido de fidelidad a nuestra patria.

Esos son los valores que nos inculcaron nuestros maestros y esos son los valores que hoy debemos invocar todos los mexicanos para hacer de esta gran nación, una nación fuerte, poderosa, pero de igual manera, humana y generosa.

Eso es lo que representa el magisterio para todos nosotros, un motivo de orgullo. Por eso, felicito a cada una de las maestras y maestros que hoy, de manera muy merecida, reciben este reconocimiento y también reiterar el compromiso de mi Gobierno, el compromiso de hacer la parte que me corresponde como sé que todos ustedes la hacen, la parte que nos corresponde para garantizar que la nuestra sea una educación de calidad y con equidad, que permita la formación idónea de nuestras nuevas generaciones.

Hacer la parte que nos corresponde para garantizar que nuestras escuelas cuenten con las condiciones adecuadas para que se imparta la cátedra. Que nuestra escuela cuente con los elementos indispensables para que ahí se impartan las clases y por supuesto, que nuestras maestras y nuestros maestros tengan siempre las condiciones adecuadas para que en su condición laboral puedan desempeñar esta gran labor magisterial.

Sabemos que hemos avanzado, pero también que es una tarea inacabada, una tarea en la que tenemos que continuar como autoridades haciendo un gran esfuerzo y dando resultados para que hagamos la parte que nos corresponda y ustedes puedan continuar volcando sobre la niñez y sobre la juventud de Yucatán toda esa vocación, ese profesionalismo, pero también ese gran amor que yo sé que lo tienen a todas sus alumnas y a todos sus alumnos.

Ser maestra, ser maestro, yo lo sé, lo he aprendido al convivir cerca de ustedes, más que una vocación es una forma de ser, que se demuestra no sólo en la escuela, sino en cuanto espacio, una maestra o un maestro ilumina con su presencia donde quiera que esté.

Muchas felicidades, maestras, maestros, por este reconocimiento que reciben esta tarde.

Muchas gracias.