Definamos lectura definamos libro definamos feria

Las Reliquias del Hombre Ave por: Adán Echeverría

Demos un paso, definitivamente para afuera de esta Escuela del Resentimiento, que bien ha sabido mencionar Harold Bloom, y de la cual Mariano Azuela en la mitad del siglo XX dejó zanjada la discusión entre académicos y escritores al señalar lo aburrido y engorroso que puede ser para alguien que desde la academia busca ser un crítico de la literatura. En estos prolegómonos en que siempre se pretende la desnudez de las conciencias, que más bien parece “ese rasgarse las vestiduras”, habría bien que definir primero lo que es un libro, una lectura, una feria.

Dejar el ridículo aspaviento sobre Qué se debe o No encontrar dentro de una Feria de Libro, Lectura y demás. Ser conscientes de que el mundo no solo lee poesía, ni solo lee ensayo académico, ni ensayo literario, cuento, novela, y que las biografías de los escritores y escritoras no es aquello sobre lo que uno traza las máximas ventas de las empresas editoriales, que bien o mal, trabajan, generan empleo, pagan sus impuestos, y contribuyen a la cultura en este país, de 600 parásitos diputados que nos endeudan cada día más.

Cuando vamos a la librerías –no sea usted mentiroso, señor lector y reconózcalo-, los espacios para los libros literarios son los más pequeños. Pensemos en algunos ejemplos para la ciudad de Mérida, en Yucatán. 1) La Librería y Editorial Dante. Con varias sucursales en Mérida, el estado de Yucatán, y si me apuran llegaban a Quintana Roo y Campeche, pero habrían ustedes de cotejarlo, quizá hayan tenido que retroceder al paso de las devaluaciones. Hablemos del Centro Cultural ahí justo en la Prolongación Paseo de Montejo. Un edificio de tres pisos, donde el primer piso es la librería, asentada en un espacio aproximado de 40×40 metros (consulte un arquitecto para las medidas, carajo). El espacio tiene en los primeros quince metros una escalera para bajar a un segundo nivel. En este segundo nivel de alrededor de 25 por 40 metros (vayan y cuenten sus pasos), del lado izquierdo usted podrá encontrar una pared, y sí… ahí, está la parte literaria, ordenada alfabéticamente, toda la pared son libros literarios, autores de diversos países. Hay quienes dicen que no encontrarás en Dante libros a favor del Comunismo, sobre decir que el dueño de esta empresa es un Cubano, de esos que escaparon del régimen y se asentaron en Mérida, años ha. Pero puedes encontrar literatura (¿eso quieren no? libros literarios); bien, pues esa paredsota, -solo esa- tiene literatura. Entre esos anaqueles de esa pared uno puede, sí es un gran buscador, encontrarse algunas obras de poesía, algo así como una tablita o dos del anaquel tienen poesía, y si bien les va en ocasiones tienen en la pared del fondo, un pedacito dedicado a Literatura Mexica. ¿Y entonces? ¿Y todos los demás anaqueles, todas las demás paredes? Ándele, ahí está la discusión. Pues sí, querido lector. También existen otros libros, y estos no son de literatura. Y la Editorial Dante, -vayan y pregunten- no existirían ni vivirían solamente con las ventas de libros de literatura, ni los clásicos y esos dramas de los lectores. (Si no leen a Shakespeare, dejo de respirar, se los juro).

El ejemplo 2) dejémoselo a Gandhi. Si querida mujer rabiosa y divorciada de la revista Algarabía, las mujeres de Yucatán no solo leen recetarios de cocina yucateca y a Corín Tellado, también en este pueblito de casi un millón de habitantes hay Librerías Gandhi, como Educal(es), como Trillas, como Porrúa, y museos, y parques, y Cineteca, y Academia Francesa, y demás cosillas que no tuviste oportunidad de revisar, para que luego la flamante editora de Algarabía te publicara ese malísimo y mal escrito texto en su revistita. Dejando la digresión aparte, la librería Gandhi, situada en Plaza Galerías en el norte de la ciudad de Mérida, tiene un pequeño espacio para los libros de literatura. Una pequeña pared, del lado de la puerta que da a la plaza, y unos anaqueles, tres o cuatro, que por ambos lados acomodan libros, igual ordenados alfabéticamente. Y todos los demás espacios, es para otro número inmenso de libros: superación, ocultismo, jardinería, niños, jóvenes, política, religión, antropología, sociología, carísimos libros de arte –hermosos igual- discos compactos, blue rays, y demás linduras. Entonces quedamos que nuestro segundo ejemplo, igual vende y oferta otros productos como Libros (sí señor, no es un sueño, ocurre) además de los libros de literatura (aunque se muera de nuevo la Bovary).

Los ejemplos 3) librería de la UADY, 4) librería Porrúa, 5) sucursales de las librerías Educal, 6) librería del Sedeculta, por mencionar las más conocidas, tienen su pequeñito espacio para los libros de literatura, y muchos otros libros en una enorme diversidad de temas. Aumentemos la Biblioteca del Edificio Central de la UADY, y la Biblioteca Central Estatal Manuel Cepeda Peraza, con una pequeña sala de libros literarios, y el resto de su acervo compuesto de mucha más temática.

Luego entonces, si se venden en librerías, tienen hojas escritas e impresas, una cubierta a manera de portada, y deben ser leídos para enterarte de su contenido, entonces parece y se asemeja a un LIBRO, aunque su contenido no fuera literario.

De esta manera, para finalizar, si las librerías que conocemos en Mérida (como en muchas otras ciudades) están surtidas y ofertan al público otras temáticas que no solo las literarias y académicas, deberíamos coincidir en que las ferias, mencionemos algunas: Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil, Feria Internacional del Libro de Guadalajara, y la que sucede en Mérida denominada Feria Internacional de la Lectura Yucatán, que ofertan eso que hemos aceptado en llamar libros, no deberíamos esperar que solo abunden los libros literarios, y que solo caminen por ahí los escritores con su aura de Chéjov, Sallinger, Poe, Kafka, Cervantes, Camus, Garro, Lessing, Chimal, Jorge Lara, Jhonny Euán.

Pasearán por esos pasillos Sociólogos, Médicos, Psicoanalistas, Literatos, Críticos y demás, de acuerdo al éxito que estén reportándole a las editoriales que invirtieron en ellos. Por supuesto que una de las principales ideas sería que se difundieran libros con una profundidad rebosante de ideas, pero tendremos que aceptar –aunque nos duela y enoje- que el dinero mueve al mundo, y que toda empresa editorial que se beneficias del dinero que pagan por comprar sus productos, llevará a las Ferias ya mencionadas a los autores que más ganancias les reporten. Esto es un negocio, dejad atrás el romanticismo literario.

Los organizadores habrían que tomar determinaciones para, tal como sucede en las librerías, hacer sus ferias y eventos por géneros. Feria del Libro Literario, y decirle adiós al Wereverimbécil. Feria del libro Cómico, Feria del Libro Académico, tal como está la Feria del Libro Infantil y Juvenil, que arriba he mencionado. Mientras esto no suceda, es vergonzoso que se lancen contra los lectores que hacen largas filas para tener el autógrafo de un bufón literario, y llorar porque no hacen la misma fila para que Jorge Volpi firme sus ejemplares.

No ataquemos a los lectores. No digamos, entonces escribiré mierda para poder competir (quizá ya escribas mierda, y no lo sabes, no te sonrojes). Mientras no se definan ferias de acuerdo a los géneros en que se distinguen los libros, las Ferias de Libros serán justo eso Ferias, súbase en el carrusel y decida bien a qué autores ir a ver, tal como decide a quién leer.

p.d. Si algunos autores literarios de por sí son unos mamones y no venden, no quiero pensar cómo serían si vendieran lo que vende Cuauhtémoc Sánchez.