De antologías y libros colectivos.

Las Reliquias del Hombre Ave por: Dr Adán Echeverría García

¿Cuál es esta necesidad, este impulso, este deseo, de aparecer publicado en algún libro colectivo? ¿Acaso nos ha hecho mal aquel adagio popular de: ‘para decir que has vivido tienes que haber tenido un hijo, plantado un árbol y escrito un libro’? ¿Qué nos alienta a publicar libros sin ton ni son, en verdad la promoción de la literatura, la cultura, guardar en papel la memoria de los otros, o tal vez, y únicamente, el dinero?

Yo en verdad espero que no sea el dinero lo que alienta a ciertos editores. Y lo digo porque desde la edición independiente, editar y publicar libros no es gran negocio, no te harás rico con ello. En muchas ocasiones algunos escritores-editores, aprovechan el apoyo económico de quienes pagan por publicar un poema o un cuento, para lograr ellos mismos publicar su propia obra. También se encuentran aquellos autores que son al mismo tiempo promotores culturales que organizan Encuentros de Escritores, en los que cobran por la participación de autores de todo el país, o de autores extranjeros radicados en México, para nombrar su Encuentro como “internacional” con la intención de dar realce a sus eventos.

El autor paga para poder asistir al Encuentro, y la cuota que pagó le asegura salir publicado en uno de esos libros colectivos. Lo triste es el desnivel de la obra que aparece publicada en esos libros, que las más de las veces va de bajo a medio en cuanto a su contenido estético, en lo que al arte literario se refiere.

Muchos alumnos del Taller Literario me preguntan ¿si es correcto participar en dichos Encuentros por los que pagan su cuota, y si aquellos libros colectivos, valen la pena? La respuesta que les doy siempre es la misma: Dependerá del objetivo que persigues como Escritor. La búsqueda que cada autor tenga para el desarrollo del oficio de escritor. Si lo que quieres es que tus textos sean leídos, o sólo que sean publicados. ¿Quiénes son los lectores de esos libros colectivos? En ocasiones, ni siquiera los mismos participantes de aquellos libros leen los textos de todos los participantes con los que comparten páginas. ¿Entonces cuál será el logro como autor?

Y esto ocurre porque las más de las veces, los promotores culturales-escritores-editores y hasta antólogos de dichas obras publicadas ni siquiera juzgan las obras, no las revisan, y mucho menos las corrigen antes de publicarlas. Eso requiere oficio, lecturas, escoger entre lo bueno y lo malo. Y o no quieren ser quienes juzguen, o simplemente no quieren dejar fuera a nadie porque eso ocasionaría merma económica en el negocio.

Aun así, hay autores que aprovechan para publicar las obras que han trabajado en el Taller Literario, y quieren participar leyendo sus textos en los Encuentros, conocer a otros autores, convivir con ellos, y darse la oportunidad de visitar nuevos lugares. Y eso me parece correcto.

Porque antes de los promotores culturales-escritores-editores lo real es que cada autor que participa de esos libros colectivos es el verdadero responsable de las obras que presenta para asistir a esos Encuentros, y aparecer en dichos libros.

Autores que asisten a uno o dos talleres, que en cada taller tiene la disciplina de corregir sus trabajos, de presentar textos en cada sesión, y de ir leyendo nuevos materiales de autores reconocidos que le permitan mejorar cada día más.

Pero pensar que todos los autores que participan en dichos Encuentros (a los que asisten no por selección sino por pagar la cuota que les piden, además de pagar sus boletos de avión, o irse manejando en carretera, pagar su hospedaje en cualquier ciudad de la República mexicana, asumiendo siempre todos los gastos necesarios), pensar que todos los que asisten tienen esa constancia y disciplina, es ser en verdad cándido en el pensamiento, todo un romántico de la literatura.

¿Qué es lo que quieres como autor? ¿Cuál es tu objetivo en la literatura, cuál es tu búsqueda? La comunicación del pensamiento siempre será lo principal en el uso del lenguaje, pero el artista tiene la obligación —además— de buscar hacer del lenguaje y de la palabra, la herramienta necesaria para la expresión artística, y esto deviene en buscar siempre la estética, el decir las cosas de la mejor forma, el siempre preguntarse: ¿es lo mejor que lo puedo decir? Revisar, leer, trabajar, tallerear sus propios textos antes de presentarlos a cualquier Encuentro, a cualquier antología, a cualquier revista, y a cualquier libro colectivo.

Cada quién tendrá que asumir esa responsabilidad.